He
estado en Nantes. En el Festival de Cine Español. De jurado. Tres experiencias
unidas que han resultado un viaje muy
interesante y divertido.
Nantes,
la ciudad, ha sido una sorpresa. Tenía una idea cinematográfica gracias
a una película mítica para mi, Lola, de Jacques Demy. Así que lo primero que
hice al llegar fue ir al Passage
Pommeraye, donde Lola /Anouk
Aimmé vive momentos importantes en su vida. No solo no me decepcionó el
pasaje, sino que entendí porque Demy lo utilizaba en sus películas: es perfecto
para pasar de un estado de ánimo a otro. El segundo lugar importante de la película
era el Restaurante La Cygale, la sorpresa aquí fue descubrir los colores que la
iluminan. Pero Nantes es mucho mas. Tiene un castillo que te hace imaginar a la
Cenicienta bajando por las escaleras después del baile; tiene el río Loira en
toda su grandeza ya cerca del mar; tiene osos en las cornisas de edificios que
solo pueden ser franceses. Y tiene un elefante gigantesco y articulado escapado
directamente de una película de Miyazaki inspirada en Julio Verne. Julio Verne
está muy presente en Nantes, en especial en la Isla de Nantes donde sus
máquinas extraordinarias cobran vida.
El
Festival de Cine Español. Yo sabía que existía, no en vano llevan 26 ediciones.
Pero no me imaginaba la cantidad de público que podía atraer. Dirigido de forma colegiada por tres
personas, Pilar Martínez-Vasseur, José Márquez y Joxean Fernández, tiene un
pequeño equipo de trabajadores y un gran equipo de voluntarios que hacen
posible que durante casi diez días la ciudad sea un refugio privilegiado para
el cine español. Ver las películas rodeada de franceses que las miraban de otra
manera y sobre todo asistir a los largos (¡una hora y media!) coloquios con el
público, te reconcilia con el cine que hacemos en España, tan variado, tan
distinto, tan inesperado. En un momento en que la distribución internacional
del cine español es tan menguante y en el que los festivales grandes parecen
ignorar la riqueza temática y de producción
del cine que se hace aquí, se agradece doblemente que existan iniciativas como este Festival que
ofrece la oportunidad de ver mas de cincuenta, películas españolas.
(la foto es de Jorge Fuembuena)
Jurado.
Ser jurado es una responsabilidad y un compromiso. A mi me gusta ser jurado. Lo
he sido en varias ocasiones. Me gusta porque me obliga a escuchar y eso siempre
es bueno. Y en este caso mas ya que los cuatro co jurados con los que compartí días
y juicios en Nantes, Laurent Cantet, Heloïse Godet, Alex Masson y Anne.Cécile
Rolland, conocían muy poco o nada del cine español reciente. Comprobar sus
reacciones ante los films que teníamos que juzgar era para mí un ejercicio de comprensión
de algo que está mucho más allá del cine. Las cosas, (películas, libros, ideas,
política) funcionan bien cuando partiendo de lo más cercano alcanzan lo
universal. Los nacionalismos no sirven, los localismos son nefastos, la
voluntad de adoctrinar es inútil. Basta con salir un poco afuera para darse
cuenta.
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