Se
han estrenado esta semana dos películas españolas “marcianas”. Son marcianas
por distintas razones, pero las dos son raras.
(no
suelo poner fotos de la película, pero esta me gusta mucho)
La
primera “marcianada” se titula Crumbs
y se puede ver en algunos cines de España: Barcelona, Valencia, Madrid, Vigo...
La dirige Miguel Llansó y en su producción están implicados algunos de los
directores y guionistas mas imprevisibles del cine español: Velasco Broca,
Quino Piñeiro… Hace un par de años, Carlos Losilla organizó un ciclo dentro del
Festival de Cine de Autor, titulado “El otro cine español”. Entonces escribí en
el blog:
El
común denominador (si es que lo hay) entre todas estas películas, es su
carácter de “no ficción” o por lo menos “no ficción” convencionalmente
entendida. Es lógico. Realizadas casi sin medios y como actos de voluntad, es
evidente que resulta mucho más fácil mirar la realidad que ya existe que
inventarla. Se trata de reconvertir esa realidad en algo personal a
través de la mirada de un director o un colectivo, pero en el fondo, no deja de
ser la realidad que te rodea. El gran reto del Otro Cine Español, es llegar a
dejar de ser Otro, incluso a dejar de ser Español y convertirse simple y
sencillamente en Cine. En cine que cuenta historias que no necesariamente tiene
que ser pesimistas, oscuras, o deprimentes, que pueden arriesgarse a ir más
allá.
Pues bien, uno de estos nuevos
otros, Miguel Llansó, ha decidido hacer simplemente CINE, se ha arriesgado
y ha conseguido hacer una película inclasificable, insólita, sorprendente,
marciana, nunca mejor dicho. Rodada en Etiopia y con actores etíopes, Crumbs habla de un mundo post
apocalíptico en el que una nave espacial domina el cielo hacia el que miran
Candy y Pajarito, dos personajes inesperados tanto física como espiritualmente.
Se ha hablado de Werner Herzog como referente en cuanto a los paisajes,
desiertos y selvas, magníficamente filmados por Israel Seoane; se evoca a David
Lynch por los espacios abandonados y los lugares en ruinas que recuerdan
extrañamente a Cabeza Borradora; pero
Crumbs tiene también algo de la inocencia de Ed Wood y en otro terreno respira
la atmósfera de La Torre Oscura de
Stephen King. Crumbs tiene mucho del descaro de quien sabe que puede hacer lo
que le dé la gana porque es el único dueño de su historia: una tortuga ninja
volando en el espacio, un Santa Claus encerrado en una cueva, un alienígena nazi
con máscara. Todo vale en esta inmersión en una ciencia ficción renovada que
habla de las migajas que dejamos para el futuro, restos de una civilización
plastificada. Todo vale, sobre todo porque la realización y la producción están
muy cuidadas, porque los actores funcionan en su anormalidad y muy
especialmente porque se invita al espectador a dejarse llevar por un cine que
es todo menos adormecedor.
(el cartel de la película ya da idea de que estamos antes un
film poco convencional)
La segunda marcianada de la semana se titula Quatretondeta y está dirigida por Pol
Rodríguez. Aquí estamos ante un film completamente distinto por producción y
por presupuesto. Pero no tan alejado de Crumbs
en cuanto a intenciones. Aunque Quatretondeta no es una película de
ciencia ficción, su personaje principal, ese Tomás perdido en el paisaje que
interpreta José Sacristán, no está tan lejos del Candy de Crumbs. Ambos son seres marginados en el mundo y ambos buscan un
objetivo. Claro que el de Tomas es mas comprensible: enterrar a su mujer en
Quatretondeta donde ambos vivían. Y para conseguirlo no dudará en embarcarse en
una aventura inverosímil a la que hay que mirar no buscando la realidad, no
intentando entender lo que pasa, sino como un sueño, un cuento, una fantasía
mental en la que un ogro (Sergi López) impide al héroe cumplir su destino y una
princesa dormida (Laia Marull) acaba por despertar gracias a un anciano que le
devuelve la vida no con un beso sino con una misión. Rodada íntegramente en el
campo alicantino, los paisajes y los espacios son tan importantes como los
personajes. No le pidan a la película lo que no puede dar. Déjense llevar por
ese Tomás desmemoriado y enamorado hasta el punto de… no cuento mas.
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