sábado, 30 de abril de 2016

TRUMBO Y LOS GUIONISTAS



( la razón de esta foto la encontrarán en la segunda parte de esta entrada)

El macartismo y la caza de brujas han sido tratados en el cine desde muchos ángulos y con muchos matices. Las listas negras que llenaron de parados la industria de Hollywood (y de paso llenaron las cárceles) han alimentado muchas ficciones. Unas mejores que otras. Trumbo viene a sumarse a ese subgénero de caza de brujas centrándose en el personaje del guionista Dalton Trumbo. Es de agradecer al director Jay Roach y especialmente al actor Bryan Cranston que este biopic hollywodiano no tenga el tono moralizante de este tipo de films. El Trumbo de Cranston tiene un punto de prepotencia, de superioridad, de desprecio y de avaricia, que le hace aparecer mucho más humano que si lo hubieran presentado como un héroe luchando por la libertad. Trumbo lucha, si, pero en primer lugar por él mismo, no solo por su dignidad, también por su nivel de vida. Retrato de una época en la que Holllywood era una cárcel dorada con barrotes invisibles que impedían respirar a sus profesionales, este Trumbo podría hacer un bonito programa doble con ¡Ave César! de los Coen. Los dos hablan de guionistas amordazados.

La que no está nada amordazada es Paz Alicia Garciadiego que, junto con Arturo Ripstein, estuvo en Barcelona hace unos días para presentar la retrospectiva que le dedica la Filmoteca de Catalunya. Ácidos, rápidos, irónicos, inteligentes, brillantes, Arturo y Paz dieron una lección de cómo se puede trabajar juntos desde hace más de treinta años y no haber muerto en el intento. Y ella, en especial dio una lección de lo que es escribir un guión. Me quedo con algunas perlas de ambos: Hay que establecer un pacto de verosimilitud con la historia (no que sea realista, que sea verosímil en si misma); la manera de contar el cuento es el cuento (la forma es tan importante como el contenido, por eso se entienden tan bien: ambos se respetan en sus territorios); el arte le da estructura a la realidad (la realidad nunca está estructurada, es el arte el que la ordena).

Me gustó mucho reencontrarme con ellos y recordar que fue hace casi veinte años¡¡¡ (¡Por Dios, como pasa el tiempo!) que Andrea Martini y yo hicimos el libro sobre Arturo y Paz para el Festival de Turín. En este recuperar textos históricos, he puesto en el otro blog un retrato a dos voces que escribí sobre ellos en ese libro. 

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