No he visto Nymphomaniac
1 todavía. Así que mi opinión tendrá que esperar al año que viene. De los
estrenos de esta semana recomiendo El
médico, si tienen ganas de volver a las tardes de sábado en un cine de
programa doble; Ernest y Celestine,
si tienen niños que aprecien hermosos dibujos y hermosas historias; Una vida sencilla, si tienen ganas de
compartir una historia de cariño y fidelidad muy poco convencional y sin ningún
dramatismo.
Ya que las películas no dan para mucho más, me permito
recomendarles un libro delicioso. Se titula Diario
de una dama de provincias, de E.M. Delafield. Está escrito en 1929, pero su
actualidad es absoluta. Lo ha publicado Libros del Asteroide en una excelente
traducción de Patricia Antón. ¿Para
cuando los siguientes Diarios de la dama
de provincias?
Dejo aquí algunos de los pensamientos de la dama que mas contemporáneos me parecen. Pero hay muchos más, sobre todo los relacionados a madres e hijos.
…
Me preguntan que me parece Harriet Hume, pero no puedo opinar puesto que no lo he leído. Tengo
la deprimente sensación de que podría pasarme como con Orlando, sobre el que fui perfectamente capaz de hacer comentarios
muy inteligentes hasta que lo leí y me encontré con que, desgraciadamente, no
conseguía entenderlo.
Llega el ejemplar del mes del club del libro, y vaya chasco
me llevo. El libro en cuestión es la historia de un sitio que no me interesa,
escrita por un autor que no me gusta. Lo
devuelvo a su envoltorio y elijo otro de la lista de recomendaciones. Cuando
leo un pequeño suplemento literario que venía con el libro, me encuentro con
que ya estaba previsto que alguien procediera exactamente como lo he hecho yo,
proceder que se describe como “el mayor error de su vida”. Me llevo un gran
disgusto, no tanto por haber cometido (posiblemente) el mayor error de mi vida
como ante la deprimente idea de que todos nos parecemos tanto que, por lo
visto, los escritores inteligentes son capaces de predecir nuestra conducta con
toda exactitud.
(He de plantearme aquí una duda inevitable: ¿No peca acaso
todo el género humano de un optimismo erróneo que lleva al falso convencimiento
de que los compromisos sociales, si quedan lo suficientemente lejos en el
tiempo, nunca se materializarán?)
En la vida cotidiana,
decir la verdad resulta extraordinariamente difícil. ¿Es solo mía esta
idiosincrasia tan deplorable o hay otros que también la padecen?
Comprendo que tendré que ir tarde o temprano a la exposición
italiana, y en realidad estoy decidida a ir, pero también estoy segura de que
no voy a entender nada cuando vaya y me veré en grandísimas dificultades cuando
me pidan después mi opinión.